A la hora de estudiar los anticoagulantes  debemos de tener presente sus contraindicaciones. Así, no se deben administrar en :   

  1. Pacientes que no colaboran y no están bajo supervisión (deterioro de cognición significativo,alcohólicos o trastornos psiquiátricos).
  2. Pacientes con caídas frecuentes.
  3. Embarazo, lactancia y niños (no hay ensayos en estas poblaciones).
  4. Hemorragia aguda (al menos durante las 2 primeras semanas tras el episodio), incluyendo hemorragia gastrointestinal, intracraneal, urogenital o en el sistema respiratorio, pericarditis aguda, derrames pericardicos y endocarditis infecciosa.
  5. Intervenciones quirúrgicas recientes o previstas en el sistema nervioso central.
  6. Hipertensión grave y/o no controlada.
  7. Insuficiencia hepática, especialmente si lleva asociada una coagulopatía.
  8. Alteraciones de la hemostasia (coagulación o fibrinólisis, función plaquetaria) hereditarias o adquiridas con riesgo clínicamente relevante de hemorragia.

El tratamiento antitrombótico suponen un riesgo incrementado de hemorragia para el paciente. La consideración del tratamiento se hace en base a que el beneficio superará el riesgo hemorrágico, evitando eventos potencialmente mortales o incapacitantes. Cuando esta previsión es dudosa o no ocurre, la administración de estos fármacos no está indicada. Existen además intolerancia o situaciones como la gestación que obligan a desestimar determinados fármacos

Hay que tener en cuenta que existen contraindicaciones absolutas y relativas para la anticoagulación (tabla 1) atendiendo, en su mayoría, a un potencial riesgo hemorrágico, y que es preciso confirmar objetivamente el diagnóstico por el cual se inicia la anticoagulación

Tabla 1. Contraindicaciones absolutas y relativas para la anticoagulación

 

ARTICULOS EN ESTA CATEGORÍA 0