A la hora de estudiar los anticoagulantes debemos de tener presente sus contraindicaciones. Así, no se deben administrar en :
- Pacientes que no colaboran y no están bajo supervisión (deterioro de cognición significativo,alcohólicos o trastornos psiquiátricos).
- Pacientes con caídas frecuentes.
- Embarazo, lactancia y niños (no hay ensayos en estas poblaciones).
- Hemorragia aguda (al menos durante las 2 primeras semanas tras el episodio), incluyendo hemorragia gastrointestinal, intracraneal, urogenital o en el sistema respiratorio, pericarditis aguda, derrames pericardicos y endocarditis infecciosa.
- Intervenciones quirúrgicas recientes o previstas en el sistema nervioso central.
- Hipertensión grave y/o no controlada.
- Insuficiencia hepática, especialmente si lleva asociada una coagulopatía.
- Alteraciones de la hemostasia (coagulación o fibrinólisis, función plaquetaria) hereditarias o adquiridas con riesgo clínicamente relevante de hemorragia.
El tratamiento antitrombótico suponen un riesgo incrementado de hemorragia para el paciente. La consideración del tratamiento se hace en base a que el beneficio superará el riesgo hemorrágico, evitando eventos potencialmente mortales o incapacitantes. Cuando esta previsión es dudosa o no ocurre, la administración de estos fármacos no está indicada. Existen además intolerancia o situaciones como la gestación que obligan a desestimar determinados fármacos
Hay que tener en cuenta que existen contraindicaciones absolutas y relativas para la anticoagulación (tabla 1) atendiendo, en su mayoría, a un potencial riesgo hemorrágico, y que es preciso confirmar objetivamente el diagnóstico por el cual se inicia la anticoagulación
Tabla 1. Contraindicaciones absolutas y relativas para la anticoagulación