Los meniscos de la rodilla   son dos fibrocartílagos intraarticulares en forma de media luna dispuestos entre la tibia y el fémur. Estas  estructuras  hacen de nexo entre estos huesos , pues las cavidades glenoidales de la tibia son poco cóncavas mientras los cóndilos del fémur presentan una convexidad más acentuada. 

 

Figura 1 . Meniscos de la rodilla . Los meniscos de la rodilla son placas («obleas») semilunares de fibrocartílago que se sitúan sobre la cara articular de la tibia para aumentar su profundidad y absorber impactos .  Los meniscos son gruesos en sus bordes externos y su grosor disminuye progresivamente hasta llegar a sus delgados bordes internos libres. Los meniscos, cuya sección transversal tiene forma de cuña, se insertan firmemente por sus extremos en el área intercondílea de la  tibia.  Sus bordes externos se insertan en la  cápsula articular de la rodilla  . El menisco medial, tiene forma de “C” (más ancha por detrás que por delante) y el menisco lateral, tiene forma de “O” incompleta y es más cerrado y redondo.  Estas  estructuras  no poseen vasos sanguíneos ni terminaciones nerviosas, por lo que al lesionarse no se siente dolor agudo pero si molestia en la zona. 

Los meniscos desempeñan un papel importante como medios de unión elásticos y transmisores de las fuerzas de compresión entre la tibia y el fémur. Constituyen el sistema de amortiguación, ayudan en la lubricación de la articulación y limitan la capacidad de ésta para flexionarse y extenderse.

Los meniscos disminuyen su grosor de fuera a dentro, el exterior tiene forma de "O" y el interno de "C" o "media luna". La cara superior de estos es cóncava y la inferior plana. Se adhieren a la cápsula articular de la rodilla por su circunferencia externa mientras la interna queda libre. Ambos meniscos quedan unidos entre sí por el ligamento yugal

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